A un pobre Trapo que en el suelo estaba,
el Papel desdeñaba, diciéndole: ¡Anda, sucio ! No te acerques, que yo estoy
limpio, rozagante y terso, y no quiero por todo el Universo tu contacto sufrir,
ni que me empuerques.
—Miren el necio —contestó el Guiñapo— y
cuál mi acceso en evitar se empeña. Más ya que así me ultraja y me desdeña, dígame usted, sea Guapo: ¿Cómo tan
pronto en su altivez olvida que fue un Harapo quien le dio la vida, y que antes
que Papel ha sido Trapo?
Quien de la plebe descender entienda no
la desdeñe, aunque sobre ella ascienda, no sea que por mucho que se eleve, pueda alguno decir: —¿Veis el desprecio con
que nos mira el tal ? Pues ese necio, antes de ser lo que es, ha sido plebe.
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