Hubo una vez una bruja que quería volar pero ni siquiera tenía escoba.
Visitó al gran brujo para preguntarle qué debía hacer para conseguir alcanzar
su sueño…
-Debes ir en busca de alguien joven, soñador, valiente, vivaz, con ganas
de compartir y disfrutar junto a los demás. Por cada duda que albergue
conseguirás, aquella noche, robarle un hilacho de su fuerza y así, poco a poco,
podrás ir reuniendo hebras para tu escoba-
La bruja así lo hizo pero al poco regresó decepcionada.
-Hice lo que me dijiste…pero la escoba casi no alcanza a despegar del
suelo- le dijo enojada al gran brujo.
-La persona que escogiste era demasiado joven…mejor busca entre los
adolescentes…alguno habrá con miles de dudas…con el corazón debatiéndose por un
nuevo amor o con el corazón partido, aturdido ante decisiones difíciles de su
paso de niño a adulto o decisiones obligadas y demasiado apresuradas que
necesitarían más calma y tiempo porque deciden su futuro, alguien con
demasiadas ilusiones no compartidas, con un espejo que le muestre una imagen
diferente a la que quiere o demasiado adulto entre tanto niño de su misma edad
aún por crecer…con demasiados buenos amigos que no le entienden o ni siquiera
le escuchan…Y aunque no lo creas, de esos, de esos encontrarás muchos…-
La bruja marchó caminando, dudosa de la posibilidad de lograr con éxito
tan difícil tarea. Vagó por las calles de día, entre los jóvenes, disfrazada de
pobre vieja… pero el sol lucía demasiado hermoso y todos los adolescentes, aún
estando llenos de dudas, mostraban su cara más juvenil y alegre.
Pasaron los días hasta que recordó que el brujo le habló de la noche… y
así descubrió que era justo de noche, en medio de la oscuridad cuando la falta
de luz les volvía ciegos. Allí dentro de sus casas, encerrados en sus
habitaciones, sucumbían a sus temores y cuando les llegaba el sueño…las dudas
se sucedían unas tras otras…y amontonadas se convertían en una montaña
imposible de escalar.
Ese era el momento, cuando la fortaleza de la luz del sol dejaba de
alentar la fuerza interior, cuando la fe en sí mismos les abandonaba dejándoles
a la merced de la oscuridad de la noche…ese era el momento en el que ella debía
actuar…
La bruja se apresuró a arrebatar a uno y a otro pequeños hilachos de
juventud, de fuerza interior abandonada en medio de la oscuridad…aprovechando
la vulnerabilidad de la duda, la flaqueza de la fuerza interior, la falta de
fe… Hilachos tras hilacho cada noche la escoba iba cobrando forma, pero aún
así, con la primera luz del sol de la siguiente mañana, la escoba se
deshilachaba…
La bruja se preguntaba por qué. Una noche, decidió no arrebatar ningún
hilacho…y en lugar de eso se sentó al lado del joven que parecía más aturdido
para así entender qué era lo que lograba romper el hechizo. Pero el joven no
hablaba, estaba callado, sólo escuchaba…escuchaba las palabras de un hombre.
Y a pesar de todo su aturdimiento, a la mañana siguiente, el joven,
mirándose frente al espejo sonreía con la fuerza interior del que se mira en el
espejo recién levantado y a quien el descanso del sueño le ayuda a recordar la
necesidad de creer en si mismo, a pesar de los pesares, sabiendo cuál es el
camino para hacer lo que está bien…recordando la necesidad de creer en sí
mismo, de mantener la fe, de levantar la cabeza y mostrarle al mundo que aún
tiene orgullo.
Salir a la calle e ir a por lo que quiere, sin permitir que se crucen en
su camino, sabiendo que logrará ser un campeón sólo si logra mantener la fe,
porque no sólo hay que decirlo si no que hay que creer en ello, darse una nueva
oportunidad y esperar un poco, porque sólo es cuestión de tiempo para ver como
la confianza llega y vence.
Cuando el joven marchó, la bruja se quedó allí, estupefacta, quieta,
delante del espejo, con cara sorprendida ante la inmensa sabiduría de aquellos pensamientos. Y recordó entonces todas las
palabras de aquella noche…Se miró, se miró en el espejo y miró lo que estaba
haciendo en esos momentos.
Encontró un pequeño momento para analizarse a si misma, para ver el modo
en que vivía cada día, para poner su vida en orden…para reencontrarse consigo
misma…
Y gritó, gritó con todas sus fuerzas….para que la fe se metiera en su
interior, tal como aquel hombre por la noche le había dicho cantando al joven,
para que la fe y el amor se metieran en su interior a través del corazón…porque
no necesitaba robar hilachos de fuerza interior a ningún joven para conseguir
su sueño, ella misma podía flotar en el cielo, en lo más alto, cualquier camino
que tomara le permitiría hacerlo, con sólo intentarlo…pero debía creer, creer y
tener fe…
La bruja cogió unas tijeras y cortó parte de su larga melena para que
sus propios cabellos hicieran de hebras de lo que había de ser su escoba. Desde
entonces, por las noches, algunos dicen ver a una bruja volar, subida a una
escoba medio deshilachada, como su propia melena, cruzando por delante de la
luna…
Es ella, es la bruja que se acerca a la luna y a la estrella que más
brilla en el cielo, para pedirles, por favor, que no dejen de iluminar el
camino en medio de la oscuridad de la noche, porque los jóvenes necesitan que
su luz continúe alentando su fuerza interior, alimentando su fe, para que éstas
no se desvanezcan fundidas en el negro de la noche y así logren mantener su
confianza hasta que lleguen otra vez los primeros rayos de luz que les trae el
alba.