Una mañana una niña llamada Rosita, al desayunar probó
la sopa que le dio su mamá, y dejando la cuchara en el plato, le dijo:
-“Mamá, hoy la sopa está muy insípida y no la puedo
comer”-
La madre le contestó: -“Has lo que quieras, esta noche
te preparé un mejor”-
Su mamá se fue al huerto para sacar unas papas de la
tierra y le pidió a su hija que escogiera las más grandes para llevarlas a la
cocina y así preparar una nueva sopa para la noche.
Al caer la noche, la sopa ya estaba lista y la mamá le
sirvió a su hija.
La niña le comentó a su madre: -“Esta sopa está mucho
mejor que la de en la mañana”-
Y se comió un buen plato y hasta repitió. Cuando hubo terminado,
la madre sonrió y le dijo:
-“Pues es la misma sopa que te pareció tan mala esta
mañana. Ahora te sabe muy bien porque has estado trabajando todo el día y
tienes apetito. Las papas que obtuvimos esta mañana, están dentro del
refrigerador”-
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