Hace mucho tiempo, cuando aun existía la
esclavitud, un pobre esclavo intento recuperar su libertad huyendo de la casa
de su dueño. Pero fue apresado y condenado a muerte.
Lo llevaron a un anfiteatro donde se celebraban
juegos, luchas contra leones y gladiadores y lo obligaron a pelear con león muy
famoso por su ferocidad.
El león se lanzó furioso contra el condenado, más
de pronto se detuvo, comenzó a mover la cola y a dar saltos de alegría en torno
al esclavo, a quien lamía las manos de vez en cuando.
Todo el público se quedó quieto en silencio. Le
preguntaron al esclavo acerca de lo que ocurría, y el simplemente contestó:
-“Cuando huí de la casa de mi amo, llegué al
desierto y me escondí en una cueva. Más apenas había entrado, cuando llegó
también este león, lanzando lastimeros gemidos y me presentó la pata donde
traía clavada una gruesa espina. Se la quité y el animal no tardo en curar. A partir
de aquel momento el animal me proveyó de alimento y vivimos juntos en la cueva,
más en la última expedición hecha por mi amo fuimos apresados, y ahora este
animal se alegra de haberme encontrado”-
El esclavo fue puesto en libertad y desde aquel día
el león no se separó de él, lo acompaña a todas partes, dócil como un perrito,
sin hacerle mal a nadie.
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