Hoy
es el primer día de colegio y Cristina está muy emocionada.
Lo
tiene todo a punto: el uniforme, la cartera, el almuerzo…
¡Sólo
le falta vestirse y ya estará a punto de ponerse en marcha!
Como
tiene el pelo muy, muy rizado, sólo la peinan los días que cota lavarse el
pelo. Después se le hacen esos rizos tan pequeños y cerrados, y por allí ¡no
hay forma de pasar el peine!
Con
la cartera al hombro y el uniforme puesto, Cristina entra en clase y…
-“¡Ey!
¡Eres una escarola!”- La primera bromita sobre su pelo no ha tardado mucho. Se
la ha hecho un niño con la cara llena de pecas, que a Cristina le recuerda un
plato de arroz. Pero sólo le mira y no le dice nada. Enseguida entra la maestra
y los hace sentar a todos.
A
Cristina le toca la misma mesa que al niño pecoso, que está muy orgulloso con
el estuche que lleva: lápices de todos los colores, gomas, sacapuntas… ¡No le
falta nada! Están un buen rato dibujando hasta que, a la hora de terminar…
-“¿Y
mi goma?”- El niño de las pecas ha perdido la goma de borrar. Buscan y buscan,
pero la goma no aparece. ¿Qué misterio no? Como no quieren perder el tiempo de
recreo, deciden salir y seguir buscando después de jugar.
Cristina
en el recreo se lo está pasando muy bien con unas niñas, cuando de repente una
le dice: -“Y tú. ¿Por qué llevas una col en la cabeza?”- Todas ríen, pero a
Cristina no le hace ninguna gracia. Sólo la mira y no le dice nada. Cuando la
maestra les llama para volver a entrar y las niñas se levantan para ir hacia
dentro, la bromista hecha de menos una pinza del pelo. Entre todas miran y
remiran, pero la pinza no aparece. ¡Qué misterio!
Mientras
entran en clase, Cristina choca sin querer con otra niña que, al mirársela,
toda enfadada, le dice:
-“¡Ep!
Vigila, que con esta esponja gigante que tienes por pelo ¡no pasamos las dos a
la vez!”-
Del
encontronazo, a la niña se le cae un muñequito que llevaba en el bolsillo, pero
no se da cuenta. Cristina la deja pasar sin contestarle, pero empieza a estar harta
de tanta bromita…
La
clase continúa y aún le faltan algunas más, pero Cristina no tiene ganas de
pelearse con nadie. Sólo quiere que llegue la hora de irse a casa para hacerse
una cola. Finalmente llega el momento de irse.
Al
llegar a casa, Cristina se va directamente al lavabo y coge una goma de pelo
para recogérselo, pero antes-Mirándose al espejo con sonrisa de traviesa, se
sacude el pelo, como hacen los perros cuando están mojados y… la goma, la
pinza, un pendiente, la muñequita, unos caramelos, una canica…
¡Una
lluvia de objetos cae de entre aquellos rizos que tanta gracia han hecho en la
escuela! Cristina sonríe y se recoge el pelo para salir a jugar.
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