Un perro, que ya sin dientes
de puro viejo se veía,
ladraba de noche y de día
a toda clase de gentes.
de puro viejo se veía,
ladraba de noche y de día
a toda clase de gentes.
«Aullidos impertinentes
son esos á mi entender,
dijo otro perro, al ver
su empeño en alborotar.
son esos á mi entender,
dijo otro perro, al ver
su empeño en alborotar.
¿De qué te sirve ladrar,
si ya no puedes morder?»
si ya no puedes morder?»
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