Un anciano trabajaba en un carretera, a los lados de ella plantaba pequeños árboles, álamos y cedros. Entonces llegó una persona y le preguntó:
-Estando tan viejo ¿Todavía trabajas?-
A lo que el anciano le respondió: -Trabajé de joven y sigo trabajando de viejo; el Señor hace conmigo lo que le agrada- entonces la misma persona le volvió a preguntar:
-Veo que estas plantando muchos árboles. ¿Acaso te ilusiona llegar a descansar bajo sus sombras o comer de sus frutos?- El viejo sonriendo le contestó:
-Si el Señor me cree digno, comeré de sus frutos y descansaré bajo sus sombras. De todos modos, así como mis padres han trabajado por mi, así yo trabajo por mis hijos. Que hermoso será para mí, morir viendo a mis nietos más pequeños recoger entre las ramas sus frutos y viendo a mis nietos mayores disfrutar de las sombras de estos árboles, en esta tierra que Dios nos ha dado como herencia-
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