Un señor invitó a numerosos
jornaleros a trabajar a sus campos.
A la mañana siguiente todos
ellos se presentaron muy puntuales a trabajar.
A las dos horas llegó el
señor y observó que uno de ellos se distinguía por su empeño y habilidad.
El señor le propuso que
dejara el trabajo y que lo acompañara el resto del día.
A la hora de las cuentas,
todos recibieron el mismo sueldo.
Entonces muchos de los
trabajadores se quejaron con el dueño de los campos y le dijeron:
-“Eres injusto, nosotros
hemos trabajado todo el día, y el solamente dos horas. ¿Cómo és, que le pagas
lo mismo que a nosotros?”-
Entonces el señor les
contesto:
-“No soy injusto, sino muy
justo, él en dos horas hizo la misma cantidad de trabajo que ustedes en todo el
día”-
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