En un
pastizal un buey estaba paciendo.
Una rana lo
vio, y llena de envidia, se dijo:
-“Que
bonito animal, yo quiero ser igual”-
Y comenzó a
hincharse, extendiendo al máximo su elástica piel.
Luego les
preguntó a sus renacuajos:
-“Hijitos,
¿Ya soy igual al buey?”-
-“Huy mamá,
te falta mucho, muchísimo todavía”-
La rana
molesta, pero decidida a ganarle en tamaño al buey, siguió hinchándose con más
fuerza, hasta que de pronto… ¡Reventó!
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