domingo, 5 de julio de 2015

BOBBY Y BETTY



Era otoño, y Bobby y Betty estaban rastrillando hojas. Bobby llevaba un rastrillo largo, y Betty una cesta.

Cuando la cesta estaba llena, la pusieron en la nueva carretilla de Bobby, y la empujaron. Bobby echó la cabeza para atrás y empezó a hacer cabriolas. “Soy Prince”, dijo.

Prince era el caballo grande del abuelo. “Yo soy Nellie”, dijo Betty. Nellie era el pequeño caballo de montar del abuelo. ¡Qué bien lo pasaron! Por fin acabaron de recoger todas las hojas.

Betty dejó su cesta. Mamá los estaba llamando. Había invitado a sus amigos a tomar el té, y les había prometido que podían ayudar.

Bobby llevó muy cuidadosamente una taza para cada invitado.

Betty también quería ayudar, así que mamá le dejó que llevara una fuente con pastelitos helados. “¡Menudos ayudantes tan buenos tienes!”, dijo todo el mundo.

Historias de Bobby y Betty Bobby es un niño muy alegre y muy fuerte. Betty es su hermana pequeña.

Tiene una carita sonriente y feliz, como Bobby, pero por lo demás no se parecen en nada.

Bobby tiene el pelo oscuro y los ojos marrones, mientras que Betty tiene la piel clara y el pelo rubio.

Bobby tiene siete años y medio y Betty solo seis.

Bobby está muy orgulloso de su hermana pequeña, y dice que ella es capaz de jugar casi tan bien como un niño. Bobby y Betty lo pasan genial juntos.

¿Te gustaría escuchar algunas de sus historias?

Todas las mañanas Bobby y Betty compiten para ver quién se viste antes. Una mañana, cuando Bobby se despertó, fue a levantarse. Entonces, se quedó muy quieto en la cama.

Quería escuchar y ver si Betty estaba también despierta.

Quizás pudiera vestirse antes de que ella se despertara. Entonces, se sentó sin hacer ruido, pero Betty ya estaba despierta, ¡y se levantaron corriendo los dos a la vez! ¡Menuda prisa se dieron! Bobby se estaba atando los cordones y Betty se estaba cepillando los dientes cuando escucharon un ruido raro en la puerta.

¿Qué podía ser? Betty dejó el cepillo y corrió para descubrirlo. Adivinad quién estaba ahí, moviendo la colita de alegría.

¡Era Laddy, su perro! “¡Oh!”, dijo Bobby. “¿También quieres que te lavemos la cara?” Entonces llegó mamá. “Lo veis”, dijo, “él sabía que ya era hora de que os levantarais”.

Betty corrió hacia mamá para que le abrochara el último botón. “Has ganado, Bobby”, dijo. Y tiró de las orejas de Laddy. “Pero habría ganado yo, si no te hubiera dejado entrar, perro travieso”, dijo.

A Bobby y a Betty les encantaba jugar a profes. “Jo”, dijo Betty, “una clase de uno es muy muy pequeña. Me encantaría que hubiera alguien más, Bobby”. Bobby estaba en la ventana. “Date la vuelta tres veces y tu deseo se cumplirá”, dijo. Betty corrió hacia la ventana. Ruth y Jimmie subían por el camino. Betty salió corriendo a su encuentro. “¿Os podéis quedar toda la tarde?”, les preguntó. Ruth respondió que sí.

“Ahora podemos jugar a profes”, dijo Bobby. “Y tú puedes ser la profesora, Ruth”, añadió Betty.

Gustaría conocer la historia de la fiesta del sexto cumpleaños de Betty? Por supuesto, Ruth y Jimmie estaban invitados, y Alice, Jean, Fred y Tommy. A las dos en punto Betty estaba en el recibidor, esperando para abrir la puerta. ¿Quién llegaría primero? Se preguntaba si las invitaciones se habrían perdido en el correo.

Parecían tan pequeñitas en ese buzón tan grande… Bobby también estaba muy emocionado, pero intentaba fingir que no. Él tuvo una fiesta cuando cumplió cinco años, así que, sabía cómo iba a ser.

Por fin había llegado todo el mundo y Betty pudo abrir sus regalos.

Lo pasaron de maravilla, casi como en Navidades. ¡Y qué rápido pasó el tiempo! Parecía que acababan de empezar a jugar cuando mamá los llamó para comer la tarta. Ruth contó las velas. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis. “Sí”, dijo Betty. “Papá dice que son cinco dedos y un pulgar”.

Finalmente, los niños comieron y la fiesta se acabó. Betty estaba un poco triste. Bobby le dijo: “No te preocupes. Tendrás otro cumpleaños el año que viene”.

“¡Vivaaa! ¡Vivaaa! ¡Vivaaa!” Betty y Bobby daban palmas y bailaban por la habitación. ¿A que no adivinas por qué estaban tan contentos? Era por una carta que mamá les había leído del tío Bob.

El tío Bob era su tío más joven y simpático, y conocía los mejores juegos e historias. El nombre de Bobby era por él.

Había estado viajando, pero ya iba a volver a casa. No podían esperar para verlo. “¿Cuándo vendrá, mamá?”, preguntó Bobby. “El miércoles”, dijo mamá.

Era lunes por la mañana. Betty deseó poder saltarse el martes de esa semana. Mamá continuó leyendo. “Escuchad lo que dice el tío Bob: He estado tanto tiempo fuera, que supongo que Bobs y Betsy ya están muy mayores, pero espero que no sean demasiado mayores para que les gusten los regalos que les he comprado”. El miércoles se levantaron muy pronto y fueron corriendo a desayunar.

No se lo podían creer. ¡El tío Bob ya estaba allí! Y tenía una gran caja para cada uno. Una muñeca y unos platos verdes y blancos para Betty, y una pelota de béisbol, un tren y un arco con flechas para Bobby. ¡Era estupendo que el tío Bob hubiera vuelto! Y lo mejor de todo, pronto vieron que traía mejores historias que nunca.

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