miércoles, 22 de julio de 2015

LA LIEBRE Y LA TORTUGA



La liebre siempre se reía de la tortuga, porque era muy lenta. –“¡Je, ¡el En realidad, no sé por qué te molestas en moverte”- le dijo.

-“Bueno”- contestó la tortuga, -“Es verdad que soy lenta, pero siempre llego al final”-

-“Si quieres hacemos una carrera”-

-“Debes estar bromeando”- dijo la liebre, despreciativa. –“Pero si insistes, no tengo inconveniente en hacerte una demostración”-

Era un caluroso día de sol y todos los animales fueron a ver la Gran Carrera. El topo levantó la bandera y dijo: -“Uno, dos, tres… ¡Ya!”-

La liebre salió corriendo, y la tortuga se quedó atrás, tosiendo en una nube de polvo. Cuando echó a andar, la liebre ya se había perdido de vista.

Pero cuál no fue su horror al ver desde lejos cómo la tortuga le había adelantado y se arrastraba sobre la línea de meta. ¡Había ganado la tortuga! Desde lo alto de la colina, la liebre podía oír las aclamaciones y los aplausos.

-“No es justo”- gimió la liebre. –“Has hecho trampa. Todo el mundo sabe que corro más que tú”-

-“¡Oh!”- dijo la tortuga, volviéndose para mirarla. –“Pero ya te dije que yo siempre llego. Despacio pero seguro”-

-“No tiene nada que hacer”- dijeron los saltamontes. La tortuga está perdida.

-“¡Je, je! ¡Esa estúpida tortuga!”- pensó la liebre, volviéndose
 -“¿Para qué voy a correr? Mejor descanso un rato”-

Así pues, se tumbó al sol y se quedó dormida, soñando con los premios y medallas que iba a conseguir.

La tortuga siguió toda la mañana avanzando muy despacio. La mayoría de los animales, aburridos, se fueron a casa. Pero la tortuga continuó avanzando. A mediodía pasó ¡unto a la liebre, que dormía al lado del camino. Ella siguió pasito a paso.

Finalmente, la liebre se despertó y estiró las piernas. El sol se estaba poniendo. Miró hacia atrás y se rió:

-“¡Je, ¡el ¡Ni rastro de esa tonta tortuga!”- Con un gran salto, salió corriendo en dirección a la meta para recoger su premio.

Pero cuál no fue su horror al ver desde lejos cómo la tortuga le había adelantado y se arrastraba sobre la línea de meta. ¡Había ganado la tortuga! Desde lo alto de la colina, la liebre podía oír las aclamaciones y los aplausos.

-“No es justo”- gimió la liebre. –“Has hecho trampa. Todo el mundo sabe que corro más que tú”-

-“¡Oh!”- dijo la tortuga, volviéndose para mirarla. –“Pero ya te dije que yo siempre llego. Despacio pero seguro”-

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