Un obispo tenía un criado vizcaíno. Díjole
una vez: Vaya Vd. al carnicero que se llama David y compre al fiado carne para
mañana. Después de haber comprado Vd. la carne vaya Vd. a la iglesia, por ser
domingo.
Predicando en la iglesia el obispo
citaba autoridades de profetas en el sermón, diciendo: Dice Isaías, profeta...;
dice Jeremías, profeta...; y mirando entonces hacia donde estaba su criado,
dijo con énfasis prosiguiendo su sermón:
—Pero, ¿qué dice David?
El vizcaíno, su criado, pensando que a
él le hablaba el obispo, respondió muy alto:
—David dice: 'No daré carne al obispo
si primero no paga.'
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