Un tal Pascual mató a su padre.
Nadie supo quien fue el culpable de
esta muerte.
Pero desde aquel día, el parricida
no soportó el canto de las golondrinas.
En su imaginación las golondrinas
le gritaban:
-Asesino, asesino-
Pascual destruyó todos los nidos de
golondrinas que pudo.
Tampoco encontró la Paz.
Entonces se desahogó con un amigo:
-Estas malditas golondrinas me
reprochan haberle dado muerte a mi padre-
La policía investigó y el delito
fue descubierto.
* * *
Al inicio del siglo XX, en Torreón
estalló un gran incendio.
Nadie sospecho que había sido una
venganza.
Pero desde aquel día, uno de los
vecinos ya no le hablaba a nadie.
Permanecía en su casa con la puerta
atrancada.
Era el culpable de tan tremendo
incendio.
Los espectros de las víctimas del
incendio desfilaban ante sus ojos. Le decían:
-En ese árbol es donde debes de
ahorcarte-
Pascual derribo el árbol, pero todo
fue en vano.
Los vecinos lo veían muchas veces
de rodillas y clamando al cielo.
Pascual no aguantó más, y se
presentó ante las autoridades declarando su crimen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario