Toñito tiene seis años. Es un niño
muy bueno, que ya sabe leer y va a la escuela.
Su padre es artesano. Hace arados y
carretas, y Toñito ya empieza a serle útil llevándole las herramientas que le
pide. Su madre le enseña a hacer pajaritas, barquitos y casitas de papel,
porque sabe que la enseñanza de estos trabajos manuales es muy útil para los
niños.
Voy a contarles lo que hace Toñito,
porque el que haga lo mismo que él será feliz.
Toñito se levanta muy temprano. No es
de esos niños que cuando los llama su madre se hacen los dormidos. Esos niños
son unos holgazanes, y la pereza es un pecado muy malo.
Después de levantarse Toñito se lava,
se viste, reza las oraciones que le enseña su madre, y con su hermanita va
donde están sus padres y su abuelita, a darles los buenos días.
Se desayuna con lo que le da su madre,
y se va a la escuela con sus libros bien arregladitos.
Toñito lleva muy bien sabidas sus
lecciones y pone mucha atención a lo que explica el señor maestro. Durante la
clase no se entretiene hablando ni jugando con otros niños, y como hace grandes
adelantos, el señor maestro está con él contentísimo.
Es muy buen compañero de los otros
niños; no acusa a ninguno, y todos le quieren. No hace daño a nadie ni es
envidioso, y quiere mucho a sus amiguitos.
Toñito tiene muy buen corazón; es muy
caritativo y hace todo el bien que puede.
Un día le regaló su madre una moneda, y
no sabía qué hacer con ella. Pensó comprar un trompo; pero ya lo tenía. Comprar
una cajita con soldaditos de plomo no podía ser: no era suficiente la moneda
que le regaló su madre.
Se decidió por comprar unos pastelitos
en una confitería, y por su moneda le dieron dos pastelitos.
Toñito se detuvo con los pasteles
ante un niño que guiaba a un ciego y que decía:
-¡Caballero, deme usted una limosna,
que no hemos comido! ¡Qué día tan triste!
Al oír estas palabras Toñito se
acercó al muchachito y le dio los dos pasteles.
-¡Dios se lo pague, señorito! -Dijo el
ciego.
-Yo no soy señorito: mi padre tiene que
trabajar para darme de comer.
-¡Pues te bendigo a ti y a tus padres!
¡Qué satisfacción tan grande sintió Toñito después de aquella noble acción!
Cuando se obra bien se siente uno
alegre, y cuando se obra mal sentimos remordimiento.
Es la voz de la
conciencia, que habla dentro de nosotros y nos dice lo que no está bien hecho.
Cuando Toñito llegó a su casa le
preguntó su madre lo que había hecho con su moneda, y él le contestó:
-Compré dos pastelitos. -Y no le dijo
más.
Una buena mujer había visto lo que hizo Toñito con el ciego, y le dijo a su criado: “Averigua dónde vive ese niño y
quiénes son sus padres”; y entregó al ciego una espléndida limosna.
-Esto -dijo el muchacho al ciego- se lo
debemos al niño de los pastelillos. Yo vi que esa santa mujer estaba mirándonos
desde la ventana y enterándose de lo que hablábamos.
Los niños buenos derraman la felicidad
por dondequiera que pasan -dijo el ciego.
El criado no tardó mucho en estar de
vuelta, y dijo quiénes eran Toñito y sus padres.
El marido de aquella buena mujer fue
enseguida a ver al padre de Toñito; le encargó varias carretas, yugos y
arados, y contó al padre de Toñito el suceso de aquella tarde. Además, el
caballero cubrió de besos al niño.
Así quedó premiado Toñito, que llevó
la tranquilidad y la dicha a su casa.
Los niños deben seguir los consejos de
sus padres. Ved lo que le sucedió a un pollito que no siguió los consejos de su
madre:
Estaba una gallina rodeada de sus
polluelos, y cuando vio que venía un milano, levantó las alas para que todos
ellos se escondiesen.
Los pollitos se metieron debajo de las
alas de su madre; pero uno no hizo caso, y el milano se lo llevó para matarlo y
comérselo.
Cuando Toñito vuelve de la escuela
come con sus padres, su abuelita y su hermanita.
La comida es pobre, pero está bien
sazonada y limpia. La limpieza es el lujo del pobre.
La limpieza es condición de buena
crianza.
La buena crianza consiste en no hacer
cosas que molesten a los demás.
Toñito se lava las manos antes y
después de sentarse a la mesa. Cuando come no mete los dedos en los platos ni
se mancha la ropa.
Después de cenar, si es invierno, Toñito se sienta al lado de su hermanita y procura no interrumpir a las
personas mayores ni molestarlas: a veces oye lo que hablan, pero sin tomar
parte en sus conversaciones. Su madre le ha dicho muchas veces que cuando
hablan las personas mayores los niños no deben hablar si no les preguntan, y
que deben dejar los mejores puestos a los ancianos.
En tiempo de verano juega Toñito con
Luisita después de la cena hasta la hora de acostarse.
Antes de irse a la cama se despide de
sus padres, los besa y les da las buenas noches.
Luego se va a su cuarto él
solito, y antes de acostarse reza las oraciones que le ha enseñado su buena
madre.
Después se desnuda, se mete en la cama,
y cuando entra su madre en el cuarto para darte un beso en la frente, Toñito
está ya profundamente dormido.
Niños, imiten a Toñito, y seréis hoy
unos niños buenos; más adelante, hombres de provecho para vosotros, para
vuestra familia y para vuestra patria, y siempre seréis felices.
Los hombres que son honrados por
todos son respetados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario