sábado, 28 de diciembre de 2013

SE LLAMABA LUCÍA....



Y tenía diez años de edad,. cursaba el quinto año de primaria en el Colegio Villa de Matel. Lucía no era mala, pero si traviesa y muy desobediente. Ese día, todas las alumnas de la primaria, fueron de paseo. Antes de salir la maestra de Lucía reviso las tareas y la niña no había hecho su tarea en la casa. Entonces la maestra le dijo que ella no iba a ir al paseo, que se tenía que quedar en el salón castigada y para eso tenía que escribir doscientas veces la siguiente frase: "DEBO DE HACER MI TAREA EN CASA, PERO SOBRE TODO DEBO DE AMAR A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS" 

Lucía tomó asiento en su pupitre y empezó a escribir. Estaba rabiosa contra aquella maestra que la había castigado. Pero mientras escribía, se fue calmando.Comenzó a pensar y pensar en las palabras de la frase pero se fijo mucho en la segunda parte que decía: "PERO SOBRE TODO, DEBO DE AMAR A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS" Esta frase se le metió muy dentro de su alma. Levantó los ojos y vio en la pared un Crucifijo. Siempre lo había visto, pero ahora le pareció diferente, parecía que le decía: "Lucía, mírame, aquí estoy y estoy así en la cruz porque te quiero" 

Lucía se hincó y empezo a llorar y en voz alta empezó a decir: "Tu Señor me quieres más a mí que a otra cosa, pero por mis malos pensamientos estás ahí en la cruz. Por mi flojera y lo descuidada que soy te pusieron esa corona de espinas. Por mis desobediencias te han llenado la boca de hiel y de vinagre. Por mis travesuras te han azotado con latigos. He querido a mis juguetes más que a ti Dios mío. Me la paso jugando sin acordarme de Tí. Ahora me duele ser tan mala" y siguió llorando.

Al atardecer las compañeras de Lucía regresaron al colegio, la maestra al abrir la puerta se encontró a la niña llorando hincada frente al crucifijo y lo primero que hace es preguntarle que si había terminado con su castigo. Lucía le dijo: "Perdone maestra, no he podido terminar la tarea que me dejo, he estado platicando con Jesús.

Ante esta contestación y al ver la libreta de la chica toda humeda por sus lágrimas, le elvantó el castigo y la dejo ir a su casa.

Al día siguiente, la maestra notó que Lucía había cambiado, y al revisar su libreta donde la niña escribio la frase: "DEBO HACER MI TAREA EN CASA, PERO SOBRE TODO, DEBO DE AMAR A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS" solo había seis frases escritas y se veían todas borrosa por las lágrimas que cayeron sobre ellas.

Desde aquel día Lucí fu la alumna más cumplida del salón.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

LAS ARAÑAS DEL ÁRBOL


Mi nieto Andrés me pidió algún cuento de Navidad, como mi suegro fue alemán, recuerdo aquella pequeña historia que dice así:


LAS ARAÑAS DEL ÁRBOL DE NAVIDAD
 

Hubo una vez hace mucho, mucho tiempo, un hogar alemán en el que la madre se encargaba de limpiar la casa para celebrar el día más maravilloso del año.

Era el día en el que nacía Jesús, el día de la Navidad. Ella limpiaba y limpiaba para que no pudiera ser encontrada ni una sola mota de polvo. Incluso limpió esos rincones en donde en muchas ocasiones al hacer mucho tiempo que no se limpia suelen aparecer minúsculas telas de araña. Las pequeñas arañas, viendo sus telas destruidas, huyeron y subieron a algún rincón del ático.

Por fin llegó la víspera del Día de Navidad.

En esa casa colocaron y decoraron con mucho orgullo y alegría el árbol, y la madre se quedó junto a la chimenea, esperando que sus hijos bajaran de sus habitaciones. Sin embargo, las arañas, que habían sido desterradas tras la ardua limpieza de la madre, estaban desesperadas porque no iban a poder estar presentes en la mañana de Navidad. La araña más vieja y sabia sugirió que podían ver la escena a través de una pequeña rendija en el vestíbulo.

Silenciosamente, salieron del ático, bajaron las escaleras y se escondieron en la pequeña grieta que había en el vestíbulo. De repente la puerta se abrió y las arañas asustadas corrieron por toda la habitación. Se escondieron en el árbol de Navidad y se arrastraron de rama en rama, subiendo y bajando, buscando esconderse en las decoraciones más bonitas.

Cuando Santa Claus bajó por la chimenea aquella noche y se acercó al árbol, se dio cuenta con espanto que estaba lleno de arañas. Santa Claus sintió lástima de las pequeñas arañas, porque son criaturas de Dios, sin embargo pensó que la dueña de la casa no pensaría lo mismo que él.

De inmediato, con un toque de magia, golpeó un poco el árbol y convirtió a las arañas en largas tiras brillantes y luminosas.

Desde entonces, en Alemania, todos los años, los abuelos les cuentan a sus nietos la leyenda de las Arañas de Navidad, y colocan con ellos las guirnaldas brillantes de colores en el árbol.

Y cuenta la tradición que siempre hay que incluir una araña en medio de cada decoración.