viernes, 26 de septiembre de 2014

LAS TRAVESURAS DEL DIABLO


Cierto día un duende malo, el peor de todos, puesto que era el diablo, estaba muy contento porque había preparado un espejo que tenía la propiedad de que todo lo bueno, bonito y noble que en él se reflejaba desaparecía, y todo lo malo, feo e innoble aumentaba y se distinguía mejor que antes.


¡Qué diablura malvada! Los paisajes más hermosos, al reflejarse en el espejo, parecían espinacas hervidas y las personas más buenas tomaban el aspecto de monstruos o se veían cabeza abajo; las caras se retorcían de tal forma que no era posible reconocerlas, y si alguna tenía una peca, ésta crecía hasta cubrirle la boca, la nariz y la frente.

-¡Vengan diablitos, miren que divertido!- decía el diablo.

Había algo peor todavía. Si uno tenía buenos pensamientos, aparecía en el espejo con una sonrisa diabólica, y el peor de todos los duendes se reía satisfecho de su astuta invención. Los alumnos de su escuela, pues tenía una porque era profesor, decían que el espejo era milagroso, porque en él se podía ver, afirmaban, cómo eran en realidad el mundo y los hombres.

Lo llevaron por todos los países y no quedó ningún hombre que no se hubiese visto completamente desfigurado. Pero los diablos no estaban satisfechos.


-¡Quisiéramos llevarlo al Cielo para burlarnos de los ángeles!- dijeron sus alumnos.


Así lo hicieron, pero cuanto más subían, más muecas hacía el espejo y más se movía, y casi no lo podían sostener. Subieron y subieron con su carga, acercándose a Dios y a los ángeles. El espejo seguía moviéndose; se agitaba con tanta fuerza que se les escapó de las manos y cayó a tierra y se rompió en más de cien millones de pedazos.

Pero entonces la cosa fue peor todavía, porque había partículas que eran del tamaño de un granito de arena y se esparcieron por todo el mundo, y si caían en el ojo de alguien, se incrustaban en él y los hombres lo veían todo deformado y sólo distinguían lo malo, porque el más pequeño trozo conservaba el poder de todo el espejo.

Lo terrible era cuando una partícula se incrustaba en el corazón de una persona, porque se convertía en un pedazo de hielo. Algunos hicieron cristales de gafas con los trozos que se encontraron pero fue espantoso. El que se ponía las gafas veía todas las cosas transformadas en cosas tristes y desagradables y ya no podía ser feliz.

El diablo se desternillaba de risa vendo lo que habían hecho sus discípulos. Se reía tan a gusto que su gordo vientre se agitaba y se cansaba de felicitar a sus alumnos.



martes, 9 de septiembre de 2014

Y LE GANARON AL PUMA



Hace ya muchos años, vivía en la selva un hermoso Puma que siempre hacía alarde de su fortaleza y su ligereza. Le gustaba asustar a los demás animales, tanto terrestres como acuáticas, rugiendo y saltando para luego reírse del miedo que les causaba. Esta actitud no les gustaba para nada a los animales, les caía gordo. Un día en que corría velozmente tratando de darle caza a un venado, tropezó con la casita de Chapulín y la destruyó.

Furioso, Chapulín se subió a la nariz de Puma y le reclamó:

-¡Oye, Puma, por qué eres tan maleducado, acabas de destruir mi casa con tus espantosas patas llenas de garras!- Ante tal reclamo Puma se sintió ofendido y contestó:

-¡Asqueroso y enano insecto, yo no tengo la culpa de que coloques tu casa por donde yo voy a pasar corriendo!- Chapulín indignado refutó:

 -¡Pues ahora vas a pagar por los destrozos de mi casa!-

-¡Yo no te voy a pagar nada, insecto horrendo!- Grito enfurecido Puma. Chapulín, temblando de furia, le propinó un fuerte golpe en la nariz al bello felino y le dijo terminante:

-¡Te declaro la guerra!- Cuando Puma recibió el golpe sintió cosquillitas, estornudó y Chapulín salió disparado. Desde el suelo vociferó:

-¡Te reto a guerra con todas mis tropas, tú puedes traer a las tuyas, y ya veremos quién gana la contienda!- Puma, muy digno, se dio la media vuelta y se alejó en busca de sus tropas.

Mientras tanto, Chapulín fue a ver a las avispas y les pidió su ayuda: ¡Queridas hermanas avispas, ha llegado la hora de darle una lección a ese presumido felino carnívoro y sanguinario, ya basta de dejarnos atropellar por Puma¡ ¡Si nos unimos lo venceremos! Todas las avispas estuvieron de acuerdo con Chapulín en luchar contra ese presumido, arbitrario y abusivo, y se dispusieron para la guerra. Entre tanto, Puma fue en busca de la ayuda de los coyotes, los gatos monteses, los tigrillos y las zorras, les platicó lo acontecido con Chapulín, y los incitó a la luchar diciendo: ¡Ya verán esos topes y repugnantes insectos de lo que somos capaces, no nos dejaremos amedrentar por ellos!

Al poco tiempo se encontraban en el campo de batalla observando por donde vendría las tropas enemigas. La Zorra dijo que iría a la vanguardia y que en cuanto viera a las tropas de Chapulín daría un grito de alerta. Cuando los soldados de Chapulín vieron a Zorra, se le fueron encima y la picotearon por todo el cuerpo y, olvidándose de dar la alarma,  corrió despavorida a tirarse al lago. Puma y sus cotlapaches al ver a Zorra en el agua pensaron que estaba persiguiendo a Chapulín y corrieron hacia ella.

El ejército de avispas aprovechó esta circunstancia y se lanzó sobre los soldados de Puma y clavaron a placer sus aguijones en los cuerpos de los animales que gritaban a más no poder de dolor. Zorra que observaba desde el lago, gritaba:

-¡Al agua, al agua!- Y, efectivamente los picados soldados de Puma se arrojaron presurosos al agua. Mientras tanto, el ejército de avispas zumbaba y no los dejaba salir del agua. Después de varias horas; acalambrados, cansados, hambrientos y sedientos, las tropas de Puma decidieron rendirse. Salieron del lago todos mojados y humillados y tuvieron que soportar las miradas burlonas y las mofas que las avispas hicieron. Chapulín se acercó a Puma y le dijo:

-¡Puma presuntuoso, espero que no olvides la lección, pues has de saber que cuando las criaturas pequeñas se unen, no hay quién pueda vencerlas!-

sábado, 6 de septiembre de 2014

EL CACOMIXTLE RETADOR



Hace mucho tiempo, en el Lago de Texcoco vivía una rana que era muy feliz, siempre estaba cantando sin importar si había sequía o llovía torrencialmente. 


Cierto día en que se encontraba de lo más bien cantando a voz en cuello, repentinamente se quedó callada pues vio que se acercaba a ella un cacomixtle o Tlacomixtle, “medio felino”, un bello animal que se asemeja mucho al mapache y que tiene el tamaño de un gato.

Aunque asustada, la rana sabía que el cacomixtle no la lastimaría pues se encontraba apartada de la orilla cantando sobre una hoja de lirio. El cacomixtle se detuvo a verla y como la rana retornase a su canto, se la quedó escuchando por un buen rato moviendo se bella cola esponjada coloreada en anillos blancos y negros. 


Impresionado por el bel canto de la rana, el cacomixtle no quiso quedarse atrás y le dijo:

-¡Cantas muy bonito, Ranita, de eso no hay duda; sin embargo, yo soy el campeón en las carreras, no hay quien me gane a correr! Al escuchar sus palabras, la rana se quedó desconcertada ante tanta presunción que no venía al caso y replicó con sorna y un poco picada:

-No veo por qué me dices esas cosas, ni que es lo que pretendes al presumir de tal manera, el cacomixtle. Nuestro amigo quiso farolear y le replicó a la rana un tanto cuanto insolentemente:

-¡Querida y hermosa Rana, te propongo que nos echemos unas carreritas de aquí hasta ese claro del bosque, y veamos quién es el ganador! ¡Sal del agua, pues!-


Ante el reto, la rana salió del agua muy dispuesta a participar en la contienda:

-¡Voy a contar hasta tres y echamos la carrera!- Dijo el cacomixtle muy ufano y seguro de sí mismo:

-¡A la una, a las dos y a las tres!- Justo en ese momento la rana se montó de un salo en la cola de el cacomixtle, el cual no la sintió, no se percató de nada.

El Medio felino echó presto la carrera, y llegó al claro del bosque volteó a ver en donde estaba la rana. Por lo agitado que estaba por la carrera y no se dio cuenta de que su rival descendía rápidamente de su larga cola, y se colocaba en la meta, cual si hubiese llegado antes que él: -¡Yo gané, yo gané! Gritaba Rana- 


El cacomixtle se quedó desconcertado y humillado porque había perdido la apuesta, pero ante la supuesta realidad no le quedó otra que aceptar su derrota ante la rana y frente a los demás animales que habían presenciado tan desigual reto.

La hermosa Rana estaba muy feliz porque le había dado una muy buena lección al farolero y presumido de el cacomixtle, aunque hubiese recurrido a un pequeño engaño…