martes, 2 de agosto de 2016

LA PRINCESA QUE REGALÓ TODO



Hace mucho tiempo vivía un Príncipe en un enorme castillo, que buscaba princesa con quien casarse y tener muchos hijitos.
Su padre el rey hizo el anuncio que todo el reino esperaba.
– El día del cumpleaños del Príncipe, que será dentro de catorce días y catorce noches, la muchacha que le haga a mi hijo el mejor regalo y por tanto el que más le guste a él, la elegirá como esposa para acabar siendo la reina de este castillo.
La sorpresa fue mayúscula y creó una gran expectación y alegría allá donde la noticia se escuchaba.
Todas las muchachas del reino, de algunas ciudades del alrededor e incluso de algunos países extranjeros, se dieron cita el gran día del cumpleaños del Príncipe.
Los regalos eran espectaculares, joyas, cofres repletos de oro y diamantes, caballos traídos de Arabia, Toneles del mejor vino español y otros muchos y de los más variados de todo el continente.
Pero el Príncipe se fijó en un regalo que era una simple caja, a decir verdad era una caja muy bonita de madera, pero lo que más le llamó la atención al Príncipe fue que la caja estaba abierta y dentro no había nada, estaba completamente vacía y por supuesto el Príncipe no entendió nada. Hizo llamar a su mayordomo y le pidió que localizara a la muchacha que se estaba burlando de él y que su regalo había sido nada.
Pocos minutos después el mayordomo se presentó anunciando a la muchacha que no le había hecho ningún regalo y por supuesto el Príncipe le preguntó:
– Me puedes explicar porque te has querido burlar de mí no regalándome nada. Dijo el Príncipe dándole la espalda a la muchacha.
Con voz temblorosa la muchacha pudo decir:
– Lo siento Príncipe, pero por el camino me encontré con tanta gente que lo necesitaba más que usted, que lo repartí todo.
El Príncipe solo escuchando la voz dulce de la muchacha y su grandiosa generosidad, se dio media vuelta, se arrodilló y sin mirarle el rostro dijo:
– No me importa como seas por fuera, porque por dentro he visto que quiero que seas la madre de mis hijos y la reina de mi castillo y mi corazón. ¿Te quieres casar conmigo?
– Ella se arrodilló junto a él y por primera vez se miraron a la cara y descubrieron lo bellos que eran y lo mucho que se amaban.
Se besaron dulcemente y anunciaron el compromiso. Juntos repartieron todos los regalos del Príncipe y todo el reino lo agradeció.
Fueron muy felices y reinaron con sabiduría y justicia, hasta el final de sus días.

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