jueves, 26 de junio de 2014

EL PRINCIPE ENAMORADO



Hace mucho tiempo vivía un Príncipe en un enorme castillo, que buscaba princesa con quien casarse y tener muchos hijitos. 

Su padre el rey hizo el anuncio que todo el reino esperaba.

-El día del cumpleaños del Príncipe, que será dentro de catorce días y catorce noches, la muchacha que le haga a mi hijo el mejor regalo y por tanto el que más le guste a él, la elegirá como esposa para acabar siendo la reina de este castillo-

La sorpresa fue mayúscula y creó una gran expectación y alegría allá donde la noticia se escuchaba. 

Todas las muchachas del reino, de algunas ciudades del alrededor e incluso de algunos países extranjeros, se dieron cita el gran día del cumpleaños del Príncipe.

Los regalos eran espectaculares, joyas, cofres repletos de oro y diamantes, caballos traídos de Arabia, Toneles del mejor vino español y otros muchos y de los más variados de todo el continente.

Pero el Príncipe se fijó en un regalo que era una simple caja, a decir verdad era una caja muy bonita de madera, pero lo que más le llamó la atención al Príncipe fue que la caja estaba abierta y dentro no había nada, estaba completamente vacía y por supuesto el Príncipe no entendió nada. Hizo llamar a su mayordomo y le pidió que localizara a la muchacha que se estaba burlando de él y que su regalo había sido nada.

Pocos minutos después el mayordomo se presentó anunciando a la muchacha que no le había hecho ningún regalo y por supuesto el Príncipe le preguntó:

-Me puedes explicar porque te has querido burlar de mí no regalándome nada- Dijo el Príncipe dándole la espalda a la muchacha.

Con voz temblorosa la muchacha pudo decir:

-Lo siento Príncipe, pero por el camino me encontré con tanta gente que lo necesitaba más que usted, que lo repartí todo-

El Príncipe solo escuchando la voz dulce de la muchacha y su grandiosa generosidad, se dio media vuelta, se arrodilló y sin mirarle el rostro dijo:

-No me importa como seas por fuera, porque por dentro he visto que quiero que seas la madre de mis hijos y la reina de mi castillo y mi corazón. ¿Te quieres casar conmigo?-

Ella se arrodilló junto a él y por primera vez se miraron a la cara y descubrieron lo bellos que eran y lo mucho que se amaban.

Se besaron dulcemente y anunciaron el compromiso. Juntos repartieron todos los regalos del Príncipe y todo el reino lo agradeció.

Fueron muy felices y reinaron con sabiduría y justicia, hasta el final de sus días.



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