miércoles, 23 de septiembre de 2015

LAS TRES CALVAS



Martín nos había invitado a mí y a los demás chicos a su fiesta de cumpleaños.

Mi mamá me dijo:

-“Te cortaré el pelo antes de la fiesta”-

-“¡No me lo cortes demasiado!”-

-“Es que lo llevas demasiado largo”- dijo mi mamá, mientras seguía cortando.

Al mirarme al espejo, comprobé que me lo había cortado demasiado. ¡Y me había dejado tres calvas!

-“Ahora no me divertiré en la fiesta de Martín”- pensé.

Me tapé las calvas con mi sombrero vaquero y salí a jugar.

-“¿Por qué llevas tu sombrero vaquero?”- preguntó José.

-“Porque me da la gana”-

-“Pero si hace calor”- dijo Diana –“Te sudará la cabeza”-

-“Es bueno que la cabeza sude. La humedad hace que el pelo crezca más deprisa, ¿no?”-

-“Vamos a comprarle un regalo a Martín”- dijo Diana –“Vente con nosotros”-

Entre mí pensaba… “Puede que no vaya a la fiesta de Martín ahora que tengo que ponerme el sombrero vaquero para taparme las tres calvas.”

Todos mis amigos se habían reunido en la tienda y compraban regalos para Martín.

-“¿Por qué llevas puesto ese sombrero vaquero?”- me preguntó el hombre de detrás del mostrador.

-“Para que le sude la cabeza”- respondió Diana.

-“El sudor hace que el pelo crezca más deprisa”- dijeron José y Diana.

“Tengo buenos amigos. Siempre dicen la frase más oportuna”, pensé complacido.

Hasta me puse el sombrero vaquero para ir a la escuela.

-“¿Por qué no te quitas el sombrero?”- preguntó mi maestra.

-“No puedo”- respondí.

También me puse el sombrero vaquero para sentarme a cenar. –“Quítate el sombrero”- dijo mi papá.

Papá tiene una gran calva. La miré y pensé que no podía explicarse mi proceder, porque a él ya no puede crecerle el pelo. Después de cenar me fui a mi habitación, cerré la puerta con llave y me miré al espejo para ver si me había crecido el pelo. Pero no. “Si duermo con el sombrero puesto”, pensé, “la cabeza me sudará toda la noche y me crecerá el pelo”. A la mañana siguiente lo primero que hice fue mirarme al espejo, y aún tenía las tres calvas.

José y Diana vinieron a casa. –“¿Estás listo para ir- a la fiesta?”- Sí, vamos. “Pero no voy a divertirme”, pensé.

-“¿Vas a llevar ese sombrero vaquero?”- preguntó Diana.

-“¡Sí!”-

No estaba nada convencido. Nadie se presenta a una fiesta de cumpleaños luciendo tres calvas.

Fuimos caminando a casa de Martín con nuestros regalos y… mis tres calvas.

Llamamos a la puerta y nos abrió la madre de Martín; parecía muy enfadada.

-“Ya están todos aquí y Martín se niega a salir de su habitación”-

Subí las escaleras y entré en la habitación de mi amigo. Martín estaba mirándose en el espejo y llorando a lágrima viva.

-“¿No piensas asistir a tu fiesta?”- pregunté.

-“No”- dijo Martín –“Me encuentro raro”-

Martín llevaba puesto su mejor traje y a mí me pareció que tenía muy buen aspecto.

-“A mí no me pareces raro”-

-“Mi madre me ha cortado el pelo y me ha dejado tres calvas”- dijo Martín.

Me acerqué a él y vi que, efectivamente, ¡Martín tenía tres calvas! La madre de Martín era como la mía. ¡Le había rapado demasiado!

Solté una carcajada, me quité el sombrero vaquero y le mostré a Martín las tres calvas mías.

-“Feliz cumpleaños, Martín”- dije. ¡Y él también se echó a reír!

Así que bajamos luciendo nuestras respectivas calvas y no paramos de divertirnos en toda la tarde. La fiesta resultó completa.

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