martes, 15 de julio de 2014

EL DUENDE Y SU OLLA DE ORO



En un bosque escondido en medio de las montañas vivía un pequeño duende famoso por su avaricia. Desde que había nacido amaba profundamente el oro, buscándolo siempre en el interior de las montañas para guardarlo con cuidado. Los duendes por naturaleza picaban en las minas buscando oro y piedras preciosas, pero siempre lo compartían con toda la comunidad para poder disfrutar de su belleza.


Mientras en el pueblo de los duendes se ponían de acuerdo para las excavaciones, nuestro pequeño duende realizaba el trabajo por su cuenta. Sabían de sus actividades pero le dejaban trabajar a su aire: vivía solo y no molestaba en un principio a los demás duendes. A pesar de todo cada vez más personas miraban con malos ojos al duende, criticándole por no colaborar nunca con la comunidad.


Con el paso del tiempo el pequeño duende se dio cuenta que había guardado ya demasiado oro. Guardó todo lo que pudo en una cueva secreta que solo él conocía y se echó el resto a la espalda dentro de una enorme olla, tan grande que superaba su envergadura. Estaba seguro del cómico aspecto que daba ante los que le miraban pero aún así tenía por seguro que ese oro que le sobraba no se iba a quedar fuera de sus terrenos: necesitaba encontrar un sitio donde esconderlo.


Caminó durante horas por el bosque hasta que llegó al río que lo surcaba. Los duendes casi nunca iban a esa zona, lo que hacía que el lugar fuese un nuevo escondite perfecto. Surcó el borde del río hasta encontrar una cueva a ras del agua, donde introdujo la olla a presión. No estaba muy convencido todavía de que fuese seguro así que comenzó a excavar hasta hacer el agujero mucho más grande, pudiendo meter la olla más al fondo. Desgraciadamente cuando quiso salir se dio cuenta que el agua había entrado en la cueva, dejándole atrapado sin posibilidad de escapar.


Unos duendes especializados en pescar se dieron cuenta de casualidad de la extraña cueva que había aparecido de repente. Vieron al duende atrapado, intentando ayudarle para que pudiese salir. Al principio el duende les dijo que se fueran, que solo querían robarle su olla de oro. Los duendes le insistieron en que no les importaba el oro y que si no se fiaba de ellos que cuando saliese se quedase con todo lo que llevaban encima. Una vez fuera los duendes le ofrecieron sus anillos y collares, avergonzando enormemente al pequeño duende.


La olla de oro se perdió para siempre en la cueva del río, pero a cambio el duende volvió al pueblo natal, donando todo el oro que tenía en las montañas y prometiéndoles que compensaría su falta de altruismo durante los años venideros.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Justo lo que necesitaba para mi tarea 😍😊😙😳😂

Unknown dijo...

Esta muy mal por que es la olla de oro no esa que esta hai