jueves, 14 de enero de 2016

EL CHIVITO



Esta era una viejecita que tenía un pequeño huerto. Allí cuidaba lechugas, coles y cebollas. Un día entró un chivito y mordía y comía sus plantitas y sus cebollitas. Salió la viejecita y le dijo que se fuera, pero el chivito la miró de frente y furioso le contestó:

-Soy el chivito del chivatal; y si me molestas te voy a dañar. 

La viejecita se fue llorando por el camino, diciendo:

-¡Ay, ay, las cebollitas del cebollar!

Y se encontró con el perro. Llorando le contó que el chivito no quería salir de su huerto. El perro le dijo:

-No llore, viejita, ni por el chivito ni la cebollita.

Guando llegaron al cebollar, el perro dijo:

-Sal, chivito, sal.;

Y el chivito, mirándolo fijamente, le responde:

-Soy el chivito del chivatal;  y si me enfado te voy a dañar. 

El perro le dijo a la viejecita que volvería otro día para ayudarle y se fue silbando. La viejecita volvió al camino llorando y diciendo:

-¡Ay, ay, las cebollitas del cebollar!;

Y se encontró con el toro. Llorando le contó que el chivito no quería salir de su huerto. El toro le dijo:

-No llore, viejita, ni por el chivito ni por la cebollita.;

Cuando llegaron al cebollar el toro dijo:

-Sal, chivito, sal.;

Y el chivito, mirándolo fijamente y bajando la cabeza, contestó:

-Soy el chivito del chivatal; y si me enfurezco te voy a dañar.

El toro dijo a la viejecita que volvería otro día y se fue suspirando. La viejecita volvió al camino llorando y lamentándose:

-¡Ay, ay, la cebollita del cebollar!;

Y se encontró con una hormiga delgada de cintura. Llorando le contó que el chivito no quería salir de su huerto, y la hormiguita dijo:

-No llore, viejita, ni por el chivito ni por la cebollita.;

Cuando llegaron, la hormiguita se acercó al chivito y le dijo muy bajito:

-Sal, chivito, sal.

Y el chivito, rojos sus ojos:

-Soy el chivito de mi chivatal  y si me enojas te voy a dañar.

Y la hormiguita, plantándose:

-Pues yo soy hormiguita del hormigal y si te pico vas a llorar. 

El chivito no quiso oírla y siguió comiendo lechugas y cebollas. La hormiga trepó por las barbas del chivito y le picó a todo picar. El chivito, sorprendido y dolorido, salió disparado balando, balando, balando, hasta que se perdió de vista por el camino.

La hormiga volvió pasito a paso a la casa de la viejecita.

La viejecita le regaló un saco de trigo, pero la hormiguita aceptó tres granos y se fue.

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