martes, 3 de junio de 2008

LA FOTO DE MI ABUELO


Hoy hojeando entre mis escritos me encontré la foto de mi abuelo, miré su rostro arrugado, producto de los años, sus grandes y hermosa manos también arrugadas de tanto agarrar el azadón para limpiar la huerta.

¡Mi abuelo! Me habría gustado mucho conocerlo, pero el destino, que a veces nos sorprende, no quiso que fuera así.

Solo lo vi en una foto, en ésta que tengo en las manos, es extraño, no sé si a ustedes les ha pasado, pero cuando veo su foto, siento una gran emoción, siento como un golpe en el corazón y los latidos de éste se aceleran, algo en mí me dice que mi abuelo sufrió mucho, como quisiera tener a mi lado a éste viejito para mostrarle mi profundo amor hacia él. Desde que vi esta foto por primera vez, sentí que mi abuelo se instaló en mi corazón, como si hubiera un vacío que solo su persona, pudiera llenar, en mi pueblo hay una dicho que dice: “La sangre jala” y solo a las pruebas me remito, ya que cuando mi madre me mostró la foto, no necesitó decirme que era mi abuelo, porque yo supe que era algo mío enseguida, se parece tanto a mi el viejito.

El amor en la familia, es algo que no tiene una explicación lógica, simplemente nos llega y se apodera de nosotros, sin que nada podemos hacer para evitarlo.

Y aprendemos a querer sin ver sus faltas ni defectos, es más, creo que con el tiempo sus faltas nos parecen tan valiosas como sus virtudes, porque ellas se complementan con las nuestras.

Aunque mi abuelo nunca vivió con mi madre y ella jamás supo lo que era tener un padre como Dios manda.

Pero le dejó un gran regalo, ocho medios hermanos que viven en el vecino estado de Sinaloa, adónde él se fue cuando mi madre tenía un año de edad.. Mi madre se sintió muy sola en nuestro pueblo, hasta hace poco cuando alguien de Guamúchil se comunicó con ella para darle la mala noticia de que mi abuelo había muerto, y que ellos eran sus medios hermanos, y que le dejó a mi madre como recuerdo esta foto que tengo en mis manos.

Poco a poco hemos ido conociendo a los medios hermanos de mi madre, porque cuando pueden, vienen a visitarla aquí a Todos Santos, que es el pueblo donde mi madre y yo vivimos felices. Yo escribiendo y ella haciendo panocha de gajo.

Mi madre se pone tan feliz cuando alguien llega desde allá y le platica de mi abuelo, quien fue muy bueno y trabajador con su familia de Sinaloa. Que bueno que mi abuelo hizo feliz a aquella familia. Mi madre y yo, somos ahora tan felices con solo mirar la foto de mi abuelo.

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